Whirlpool cierra su fábrica en Pilar y deja de producir localmente

El anuncio sorprendió a todos en el Parque Industrial de Fátima: Whirlpool decidió cerrar su planta de lavarropas en Pilar y despedir a cerca de 220 trabajadores, incluyendo operarios, técnicos y personal administrativo. Esta noticia llegó a primera hora del miércoles y, en cuestión de minutos, la planta, que había sido inaugurada solo un año atrás, quedó completamente paralizada.

Esta decisión marca un cambio importante para la filial argentina de la multinacional estadounidense, un referente global en el mercado de electrodomésticos. Ahora, la empresa se enfocará exclusivamente en las ventas, la importación y el servicio técnico, dejando de lado el proyecto industrial que habían desarrollado en el país.

Según explicaron fuentes de la compañía, “es un cambio estructural”. La planta no pudo mantener la competitividad necesaria para exportar, y la influencia de productos importados, sobre todo de origen chino, terminó por desestabilizar la situación económica, especialmente en un contexto de caída en el consumo local.

Un proyecto millonario que no llegó a despegar

El cierre de la planta tiene un sentido simbólico significativo. Esta fábrica había sido presentada como una de las inversiones más relevantes en la industria argentina en los últimos años, con una inversión de 52 millones de dólares y que había sido diseñada para producir 300.000 lavarropas al año, de los cuales el 70% iban a ser destinados a la exportación.

En su mejor etapa, la planta llegó a generar más de 450 puestos de trabajo, directos e indirectos. La empresa celebraba en ese momento su regreso a un perfil exportador tras dos décadas y había incluso adquirido terreno adicional para futuras expansiones.

Sin embargo, la situación económica cambió rápidamente. Las ventas comenzaron a caer y la competencia de productos importados, que en muchos casos se vendían a precios mucho más bajos, se volvió un factor clave.

La producción fue disminuyendo progresivamente. Hace poco, la fábrica operaba a 400 unidades diarias, muy por debajo de las 500 a 600 que fabricaba un año antes. A pesar de que habían comenzado a desvincular a trabajadores temporarios y se habían adelantado las vacaciones, nadie en la planta esperaba un cierre total.

Desde mayo de 2024, ya se habían tomado medidas como eliminar un turno de producción y reducir 60 puestos.

Una operación que se replegará hacia la importación

Con el anuncio de esta semana, Whirlpool confirmó que su estrategia en Argentina se enfocará en las actividades comerciales y de servicio, manteniendo entre 100 y 120 empleados en oficinas y depósitos. La compañía aseguró que seguirá abasteciendo al mercado local con electrodomésticos y repuestos, aunque todos los productos serán importados, principalmente desde Brasil y China.

“La continuidad en Argentina no está en revisión”, afirmó la empresa en su comunicado. Sin embargo, el mensaje deja claro que la actividad industrial quedó atrás, y la planta que fue inaugurada hace apenas tres años no tiene un futuro definido en este momento.

La decisión forma parte de una revisión más amplia de las estructuras productivas de la empresa en la región, buscando ser más eficientes en el uso de recursos.

En Pilar, la UOM (Unión Obrera Metalúrgica) se presentó en la planta en cuanto se conoció la noticia y comenzó a negociar el paquete de salida, que incluiría una indemnización completa más un plus. “El gremio también se enteró hoy”, comentaron los trabajadores.

Este repliegue de la multinacional resume una realidad que se repite en muchos otros sectores productivos: la caída del consumo local, la presión de la importación y proyectos que no logran sostenerse en el tiempo.

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